Hrönir [La Máquina de Poesía] en Anzoátegui
Algo nos había dicho la
tarde y la montaña, y no lo olvidábamos. Viajábamos a Anzoátegui, ese martes
cinco de junio, por entre la Cordillera Central
de los Andes colombianos, entre abracadabrantes y apacibles abismos, ensoñando
un país donde la poesía y con ella la metáfora tendiera puentes entre las
orillas más disímiles de la patria. Anzoátegui nos aguardaba muy arriba a 2010
metros sobre el nivel del mar, ese municipio del Tolima, al que, llegada la
noche, lo abruma una espesa capa de niebla que lo invisibiliza todo, y nos
invita a resguardarnos, menos por el frío, que por algún atroz imaginario que
trae a nuestra mente, cierta página borrascosa de Emily Brontë, o de Poe.
Como el otro este juego es infinito,
nos repetía el miércoles de madrugada, el poeta amado que guía nuestro periplo estético, por municipios del Tolima y de Cundinamarca. Así, con sus versos en los bolsillos y en la memoria, nos dirigíamos a la
Institución Educativa Carlos Blanco Nassar, donde decenas de jóvenes de sexto a
undécimo grado, escucharían, por primera vez , a
través de la lectura en voz alta, los nombres de Borges y del planeta Tlön, y
de los Hrönir, los objetos perdidos que tienen la facultad de duplicarse; verían con asombro, por vez primera, a Hrönir,
la máquina de Poesía, y a la Máquina para Pintar el Poema “León Pereañez”,
jugarían con la “Tómbola de la Metáfora”, escribirían versos a dos manos con
Borges, y los dirían al unísono en voz alta.
Proyecto “Temporartes 2018. El Paraíso
bajo la Especie de una Biblioteca. Programa de Promoción del Libro y
Resignificación de la Lectura y la Escritura", en Concertación con el
Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación Cultural y Baquía 7
Azul Corporación Artes Escénicas del Tolima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario